Cuando
salí, ella doblaba la esquina en bicicleta, me levantó la
mano. Allí me di cuenta que la quería, tanto que
hasta me dolían los recuerdos, me sentí solo en la soledad, con el
Corazón desbocado y la vida al borde del abismo.Sonaba en el radio, vetusto y sucio, Silvio Rodriguez, era La Súper Radio Caribe la más escuchada en aquella zona del país olvidada hasta por el diablo, nunca sucedía nada y cuando sucedía algo nos explotaba a todos juntos el corazón, con un clima seco, los arboles se miraban más blancos que cualquier trabajador de cementera, el aire no corría y hacia más calor que en el infierno. Entré a la casa sola y triste como esperando que regresara.
Desde que nací me llamo José Gabriel y hasta estos días sigo siendo el mismo pero contrariado por la vida, por los amores perdidos, por la soledad, por todo lo que se respira. Soy todos mis defectos juntos y con mis errores me calzo. Ya con cinco décadas en los huesos pero con las ganas de nunca dejar este mundo tan injusto porque uno no está viejo hasta que se lo cree.
Mi padre solo me dejo disfrutarlo diecisiete años, murió, mi madre dice que Dios quiso llevárselo porque era bueno, pero para mí, Dios no debe llevarse los buenos y dejarnos viviendo con los malos, yo aun no logro digerir esa cosa tan amarga como es la muerte solo si supiera que lo voy a encontrar en otro mundo porque talvez este solo es un borrador y la versión final está después de la muerte en otro mundo.
Desde muy pequeño me mandaron a la escuela y me enseñaron a trabajar para que —“nunca robe ni tenga que sufrir”. Decía mi madre con un temple de coronel Con la mirada perdida en los recuerdos y con las fuerzas de todos los dioses aun en sus peores años una mujer dedicada a sus hijos, somos cuatro hermanos, un padre responsable y cariñoso, con rigor y temple cuando la situación lo ameritaba, dedicado a la agricultura desde que estaba en el vientre de Su madre pero con una habilidad increíble para leer días enteros que lo había heredado de alguien que no conocimos.
Con él aprendí mis primeras palabras y fueron de un diccionario tan grueso que parecía que con el mataban vacas o cerdos. Borges fue uno de los primeros escritores en leer. Siempre me decía que “Una persona que lee siempre tiene algo nuevo que contar”. Me convertí en un lector incansable y en un soñador con cada uno de los libros que mi padre tenía en su biblioteca.
Mi madre siempre decía que quedaría loco de tanto leer al igual que mi padre que según ella desvariaba en las noches y despertaba sudoroso cada madrugada. Pero lo único que me han causado los libros son sueños, no me imagino un mundo sin libros, me lo puedo imaginar sin agua y sin aves pero sin libros no. Son mi forma de vivir en este mundo tan feo, siempre llevo uno cuando camino o porque lo presto, lo compro o me lo recién prestaron y es que una tarde de abril caminaba rumbo a mi casa donde murió mi esposa, la mujer más bella que conocí después de mi madre, con un par de libros bajo el brazo y saludaba a los vecinos que siempre salían afuera a apaciguar la calor de aquel lugar, cuando de pronto choqué con una bicicleta, los libros volaron las palabras de desubicaron y al abrir los ojos vi una mujer, vi sus ojos y vi la mujer más bella, con la piel blanca mejor cuidada, con el
corazón palpitante, con los labios mejor delineados que cualquier modelo de revista.
Me pusieron un poco de alcohol en las heridas y en los recuerdos, me dieron una pócima rara y un poco de agua me adentraron a la casa, me sentaron en la silla, busque a mi alrededor si la veía pero ya no estaba se había ido sin decir ni una palabra pero me había dejado su mirada que decía todo lo que no se dijo. Pasó de ser una desconocida a la mujer que espero encontrar algún día. Si alguien la ve díganle que la empecé a querer desde que se fue.