jueves, 9 de febrero de 2012

Buscando siempre al amor

Un apartamento en silencio, un cuento por terminar sobre la mesa, una libro en la cama, el café calentando para ser servido junto a la pizza, un hombre rodeado por la soledad, afuera un mundo que abre los ojos para comenzar a soñarlo, un tocadiscos al ritmo de The Beatles. Ese es básicamente mi ambiente a veces un poco sombrío, otras lleno de romanticismo.

Soy Román profesor de lengua y literatura española ese sería mi único subtitulo si mi nombre fuese titulo de una historia porque la vida no me ha dejado ser ni mujeriego ni asesino mucho menos un hombre rodeado de familia mi única compañía es Bob mi perro que caminamos siempre rumbo a la escuela y en cada latido me demuestra que su mundo es menos feo que el nuestro.

Las tardes siempre termino abriendo la ventana donde el sol se esconde como queriendo encontrar a la mujer que me cautivo en aquel verano de 2005 y que está siempre sonriente en la tiendita del frente dibujándole una alegría a mi soledad. Ya no sé porque razón no estamos juntos solo sé que la amo desde el día que la conocí.

Ese día baje de mi apartamento a comprar cigarrillos y algunas cosas para cocinar mi cena, fue en 2005 un verano caluroso parecía que el mismo diablo abrazaba  el clima, la mire a los ojos de forma penetrante y vi en aquella dependienta la mujer de mi vida, nos saludamos e intercambiamos palabras me dijo que se llamaba Dara y en ese nombre se encerró ese sentimiento llamado amor.

Dara se iba convirtiendo en sueños, desvelos y desvaríos cuando caminaba hacia la escuela, le enviaba poemas que escribía en las madrugadas mientras contemplaba la luna, siempre me los contestaba con el niño del barrio, que habíamos convertido en nuestro mensajero, con un ¡Gracias! La miraba por la ventana al momento de leer los poemas sonreía y se sonrojaba con el vaivén de mis letras, todo estaba preparado para pedirle que fuera mi novia.

Dos meses después de conocernos decidí ir hasta la tiendita, la espere al salir fuimos caminando hasta llegar al café de la esquina, ahí pasó lo que tenía que pasar le dije lo mucho que la quería y si aceptaba ser mi novia. Con una sonrisa hermosa digna de la belleza de una aurora boreal me dijo: ¡si acepto!

Salimos del café y nos fuimos besando por toda la calle como si solo nosotros existiéramos, sonreímos y la gente nos miraba como si éramos dos locos, en realidad estábamos locos pero de amor, el amor es la locura más cuerda que existe.
Nos casamos y Dara ya no trabajaba en la tiendita del frente ahora era una ama de casa muy ocupada en atender aquel amor que comenzó con miradas penetrantes  y estábamos tan felices que dos años después de aquel acontecimiento especial Dara decidió embarazarse para que tuviéramos un hijo. Aquel profesor que nunca tuvo compañía ahora va a tener a los dos amores de su vida juntos y para siempre.

Pero Dara, Dara ya no está, se ha ido y también se fue Miguel Román mi hijo que murió junto a ella en aquel fatídico parto en el hospital de la ciudad, también se fueron mis recuerdos, sueños, anhelos, la vida casi siempre es injusta y no como la esperas por eso he decidido escribir esta carta en lo que estoy fumándome un cigarrillo y preparando mi suicidio en el lugar más alto y oscuro de este apartamento, mi perro Bob se entrelaza a mis piernas como queriendo irse junto a mí. 

Bob será de quien encuentre primero esta carta cuídenlo mucho y siempre llévenlo de paseo a la escuela es muy educado una vez leímos juntos La divina comedia de Dante Alighieri y resurgimos del infierno en el que estábamos. Tengo que terminar esta carta y preparar la soga que me llevara a encontrarme con Dara y a conocer a mi hijo Miguel Román.

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