miércoles, 1 de febrero de 2012

El rey del mundo


 Pedaleaba en la bicicleta con tanta alegría que me cambio el momento, su sonrisa también se dibujo en mí, me sentía igual de alegre al ver a un niño vagabundo por la calle pedaleando en una noche llena de estrellas, fría. No sé en qué pensaba, pero seguro era su primera bicicleta, la que todos queremos a esa edad.

Talvez no tenía comida, ni donde dormir, ni a quien abrazar en esa noche fría, en ese momento se sentía el rey del mundo, el más feliz de este planeta. Los recuerdos de mi niñez los vi en ese instante, me vi reflejado en aquel niño con su ropa desteñida por la soledad de la vida, con su cara sudorosa por el recorrido en su bicicleta y su piel rasgada por la falta de amor de un familiar.

No se me ocurrió otra cosa que regalarle dinero para que saciara la sed al verlo tan agitado por el pedalear y por la alegría que le significaba la bicicleta de color gris con llantas desgastadas que transportaba al ser más feliz del mundo, gesto que me agradeció y que igual era insignificante para la alegría que tenia. En aquella escena solo faltaban sus padres aplaudiéndole y sonriendo junto a él.

No sé quien le regalaría la bicicleta pero quien haya sido se convirtió en un verdadero héroe, la felicidad también esta en lo más sencillo. Mientras pedaleaba conversábamos y durante el camino nunca se quejo de su situación. Siguió pedaleando hasta perderse en la oscuridad pero su alegría quedo en el ambiente y en mi memoria.  


No sé donde estará talvez ande por ahí pedaleando en su barrio o colonia dibujando mas sonrisas en el viento y con algunos golpes en sus rodillas que para él solo son extensiones de la felicidad, si lo mira dígale que; sin importar sus momentos de tristeza nunca deje de sonreír. 

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