Sonó el celular, una nueva notificación, era una invitación a
formar parte de un grupo de amigos, en una red social, de una persona
desconocida. Aquello fue tan normal para Gabriela que pasó desapercibido y sin
pensarlo acepto la invitación. Era un día caluroso como todos los días en la
costa norte, una costa muy violenta y a la vez paradisíaca Gabriela una chica
con un cuerpo espectacular, un cabello liso mismísimo de alguna diosa, labios
carnosos y caderas torneadas con piernas gruesas que a la primera impresión te
paraba el corazón.
Una ciudad con una franja pintoresca y con otra comercial y
la otra muy marginal y empobrecida con un clima de infierno que aquellos
pobladores con veintidós grados sentían que se congelaban, sus habitantes
estaban diseñados para vivir a la orilla del infierno. Era una mañana normal
como todas o como todas las mañanas normales los gallos hacían un ruido
estruendoso y el sol entraba por la ventana sin permiso iluminando la
habitación que en una esquina tenía su librero y en la otra su bicicleta.
Cuando despertó, aquel chico, la notificación ya estaba allí.
Eran las seis y treinta de la mañana y la alarma no paraba de sonar entre
despierto y dormido pudo leer ‘’Gabriela acepto tu solicitud’’ se sentó en la
cama con el alma en un hilo y se vio al espejoSon sentía que el sueño se había
vuelto una realidad o la realidad era un sueño o el sueño en una intriga o la
intriga en amor la vida era apena un puñado de pulsaciones en el corazón , el amor es el único milagro que
hace mejores cosas que cualquier religión, aquel chico era un mar de alegrías y
sin escribirle una sola palabra.
Aquel aparato tecnológico era el medio para poder llegar
ella, la soledad de aquel cuarto vacío pero lleno de historias en cada uno de los libros que tenía era un signo para
engañar la vida y la vida, la vida ya era algo diferente para él. Con los dedos temblorosos y sudorosos le
escribió un ¡Hola! Que no tuvo respuesta por parte de Gabriela. La
desesperación por recibir la respuesta iba acabando con la paciencia. Pasado un
poco de tiempo la desesperación se había disuadido, la comunicación era fluida,
se iba conociendo sin conocerse.
-Pero es que en todas las fotos estas bella. –Le remarco el
chico como si ella n estuviera cansada de escuchar que estaba bella. –Es porque
estoy bella y tenés que conocerme porque mis fotos mienten porque estoy más bella de lo que se ve en
ellas. –Le respondió Gabriela con la convicción que la caracterizaba. –Esa es
una manera de exhortarme a ver tu belleza.
Caminaba por una de las calles centrales de la ciudad una
tarde soleada, el chico, con tenis casuales blancos, calzoneta a cuadros,
camisa blanca y lentes de pasta negros con la cabeza hacia abajo porque el sol
era fuerte y le molestaba un poco la vista para visualizar el frente , la piel
comenzaba a sudar, compro un poco de agua para apaciguar el calor, la garganta
se resecaba fácilmente, siguió caminando con la cabeza agachada para cubrirse
un poco de aquel sol fuerte, caminó unos pasos más, levanto el rostro y tenía a
Gabriela recién saliendo de una tienda estaban a escasos cinco pasos ella
caminaba con otro chico a la par, el chico, sintió explotar el corazón de la
sorpresa.
Gabriela con el cabello suelto, largo, negro, relumbrante,
un short corto, unas piernas esculturales lentes negros para sol, el olor de su
piel en el viento. La veía y no lo creía la tenía a tan poca distancia que el nerviosismo
no lo dejo hacer nada más que seguir caminando atrás de ella observando el
movimiento de sus piernas esculturales, el vaivén de su cabello. Gabriela entro
al café con el chico que la acompañaba sin saber quien venía atrás de ella con
los nervios descontrolados por la sorpresa, el chico paso y vio con atención
cuando entro al café y este siguió su camino.
Solo el chico sabía todas las preguntas que encerraba su
cabeza después de aquel encuentro sorpresivo ¿Por qué no le hablé? ¿En realidad
me vio y por los nervios, al igual que a mí me traicionaron, no me habló? ¿Entraría
al café por qué sabía que iba atrás de ella y no podía mas con los nervios?
¿Por qué ella no me habló? ¿Por qué es tan bella? Las preguntas flotaban en la
cabeza y no había respuestas. Decidió regresar por la misma calle pensando que
podía seguir en el café y esta vez sí interceptarla con un ¡hola! Pero ya no
estaba, la cafetería estaba cerrada y las preguntas seguían flotando sin
respuestas. Solo quedó esa imagen de aquella espalda y cuerpo exuberante de
Gabriela.
-Te vi ahora. Le escribió en el chat. -¿Dónde? Contesto ella
con una pregunta. –Po la calle, ibas con otro chico. Respondió. -¿Por qué no me
hablaste? Volvió a interrogarlo ella. –Fue todo tan de repente que los nervios
me traicionaron al verte de sorpresa a tan pocos pasos. Le dijo el chico sin
esconderle ni un centímetro de la verdad. –Pero hubieras hecho todo el intento.
Le dijo ella retando el nerviosismo de aquel chico. –Lo intenté y lo único que
si me quedó muy claro es que sos más bella cuando caminas porque tu cabello
hace poesía. Respondió el chico ya sin nervios. –Gracias. Dijo Gabriela
ruborizada por el halago que le hacía el chico. –Para la próxima me hablas, no
se vale que solo vos me veas. Le dijo ella.
El whisky estaba en la mesa, el hielo, el chico se sirvió un
trago, encendió un cigarrillo, sonaba un poco de música, mientras las risas de
los demás amigos invadía el lugar donde departíanera una tarde de domingo tranquila y silenciosa se
tomaron una botella de whisky después uno de los amigos lo invitó a salir a una
fiesta este no lo dudo y sin saber donde era salió.
Minutos después y con el calor de los tragos estaba en la
fiesta de Gabriela sin saber y sin ser invitado, no comprendió aquello hasta
que le sirvieron el primer trago y se sentó a observar. El nerviosismo era esta
vez mayor, el whisky era una vía para canalizar la situación que pasaba, todo
parecía que unas horas después de estar en el lugar los nervios y la pena se
tranquilizaban, aun no miraba a Gabriela, el ruido, la música, la gente
bailando, el whisky, los cigarrillos. Volteo hacia el otro lado y la vio tal y
como la había visto la ultima vez, esplendorosa y exuberante.
Mientras el chico se llevaba un trago a la boca Gabriela
camino hacia él, sintió que el mundo se le venía encima, el corazón palpitaba
porque tenía que enfrente a la chica que
le gustaba y no sabía cómo expresarlo, una situación crítica, que esa noche
parecía tenía que ser expresado. Llego a unos cuantos pasos de donde el chico
estaba sentado, el lugar oscuro, la música, se agachó a conectar el celular en
la corriente de la pared, miro hacia donde estaba el chico con un rostro de
sorpresa en el mismo instante volteo y siguió haciendo lo que hacía.
La noche transcurrió normal, el chico seguía bebiendo y ella
bailaba y se divertía, nadie se atrevía a ir a saludar y esta vez los dos
sabían que estaban en el mismo lugar. Llegó la hora de despedirse los tragos y
la música se terminaban, la madrugada, todavía no se saludaban. Llego el
momento de irse la vio sentada platicando con otras chicas, pensó, que no era
el momento adecuado para ir a saludarla le dio la espalda y se fue con sus
amigos. –No fui a saludar porque no quedó el momento adecuado para hacerlo. Le
escribió un chat el chico después de salir de su casa. –Discúlpame a mi también
que no te salude pero me dio pena y nervios. Le dijo Gabriela. –No hay
problema, entiendo, a mi me pasó igual pero la próxima si nos hablamos.
La bicicleta, el atardecer, salió
el chico a pedalear un poco por aquellas calles se dirigía hacia donde su
amigo, las tardes se convierten en poesía en la bicicleta, y eran más poesía
porque esa tarde con la mayor casualidad del mundo Gabriela salía de una casa,
se vieron de frente, no se ruborizaron parecía aquella escena como si el encuentro estaba planeado, se
vieron por unos segundos el mundo se detuvo, se vieron a los ojos se sonrieron
y se dijeron al mismo tiempo ¡Hola! Fue la única que palabra cruzaron ella
subió a su auto el siguió en su bicicleta.
–Las casualidades que da la vida no sé si es el
destino o que será pero en pocos días nos hemos visto varias veces sin
planearlo. Le dijo el chico como creyendo en fuerzas extrañas. –eso estaba
pensando, fíjate, no sé que será pero me dio mucho placer verte. Le escribió
ella con una sonrisa viendo el celular. –Esto merece ser escrito en un cuento,
lo escribiré y te invitare a mi casa para que lo leamos y tomemos whisky. Le
dijo el chico estaba vez sin nervios para verla. –de verdad lo harás. Le dijo
Gabriela. –Claro que si cuando lo escriba te aviso. Aquel chico le escribió
este cuento que está leyendo, la invito a su casa y mientras lo leían bebían whisky.