viernes, 14 de febrero de 2014

Cuentos que son cuentos

Sonó el celular, una nueva notificación, era una invitación a formar parte de un grupo de amigos, en una red social, de una persona desconocida. Aquello fue tan normal para Gabriela que pasó desapercibido y sin pensarlo acepto la invitación. Era un día caluroso como todos los días en la costa norte, una costa muy violenta y a la vez paradisíaca  Gabriela una chica con un cuerpo espectacular, un cabello liso mismísimo de alguna diosa, labios carnosos y caderas torneadas con piernas gruesas que a la primera impresión te paraba el corazón.

Una ciudad con una franja pintoresca y con otra comercial y la otra muy marginal y empobrecida con un clima de infierno que aquellos pobladores con veintidós grados sentían que se congelaban, sus habitantes estaban diseñados para vivir a la orilla del infierno. Era una mañana normal como todas o como todas las mañanas normales los gallos hacían un ruido estruendoso y el sol entraba por la ventana sin permiso iluminando la habitación que en una esquina tenía su librero y en la otra su bicicleta.

Cuando despertó, aquel chico, la notificación ya estaba allí. Eran las seis y treinta de la mañana y la alarma no paraba de sonar entre despierto y dormido pudo leer ‘’Gabriela acepto tu solicitud’’ se sentó en la cama con el alma en un hilo y se vio al espejoSon sentía que el sueño se había vuelto una realidad o la realidad era un sueño o el sueño en una intriga o la intriga en amor la vida era apena un puñado de pulsaciones  en el corazón , el amor es el único milagro que hace mejores cosas que cualquier religión, aquel chico era un mar de alegrías y sin escribirle una sola palabra.

Aquel aparato tecnológico era el medio para poder llegar ella, la soledad de aquel cuarto vacío pero lleno de historias en cada  uno de los libros que tenía era un signo para engañar la vida y la vida, la vida ya era algo diferente para él.  Con los dedos temblorosos y sudorosos le escribió un ¡Hola! Que no tuvo respuesta por parte de Gabriela. La desesperación por recibir la respuesta iba acabando con la paciencia. Pasado un poco de tiempo la desesperación se había disuadido, la comunicación era fluida, se iba conociendo sin conocerse.

-Pero es que en todas las fotos estas bella. –Le remarco el chico como si ella n estuviera cansada de escuchar que estaba bella. –Es porque estoy bella y tenés que conocerme porque mis fotos mienten  porque estoy más bella de lo que se ve en ellas. –Le respondió Gabriela con la convicción que la caracterizaba. –Esa es una manera de exhortarme a ver tu belleza.                                                                                                                     

Caminaba por una de las calles centrales de la ciudad una tarde soleada, el chico, con tenis casuales blancos, calzoneta a cuadros, camisa blanca y lentes de pasta negros con la cabeza hacia abajo porque el sol era fuerte y le molestaba un poco la vista para visualizar el frente , la piel comenzaba a sudar, compro un poco de agua para apaciguar el calor, la garganta se resecaba fácilmente, siguió caminando con la cabeza agachada para cubrirse un poco de aquel sol fuerte, caminó unos pasos más, levanto el rostro y tenía a Gabriela recién saliendo de una tienda estaban a escasos cinco pasos ella caminaba con otro chico a la par, el chico, sintió explotar el corazón de la sorpresa.

Gabriela con el cabello suelto, largo, negro, relumbrante, un short corto, unas piernas esculturales lentes negros para sol, el olor de su piel en el viento. La veía y no lo creía la tenía a tan poca distancia que el nerviosismo no lo dejo hacer nada más que seguir caminando atrás de ella observando el movimiento de sus piernas esculturales, el vaivén de su cabello. Gabriela entro al café con el chico que la acompañaba sin saber quien venía atrás de ella con los nervios descontrolados por la sorpresa, el chico paso y vio con atención cuando entro al café y este siguió su camino.

Solo el chico sabía todas las preguntas que encerraba su cabeza después de aquel encuentro sorpresivo ¿Por qué no le hablé? ¿En realidad me vio y por los nervios, al igual que a mí me traicionaron, no me habló? ¿Entraría al café por qué sabía que iba atrás de ella y no podía mas con los nervios? ¿Por qué ella no me habló? ¿Por qué es tan bella? Las preguntas flotaban en la cabeza y no había respuestas. Decidió regresar por la misma calle pensando que podía seguir en el café y esta vez sí interceptarla con un ¡hola! Pero ya no estaba, la cafetería estaba cerrada y las preguntas seguían flotando sin respuestas. Solo quedó esa imagen de aquella espalda y cuerpo exuberante de Gabriela.

-Te vi ahora. Le escribió en el chat. -¿Dónde? Contesto ella con una pregunta. –Po la calle, ibas con otro chico. Respondió. -¿Por qué no me hablaste? Volvió a interrogarlo ella. –Fue todo tan de repente que los nervios me traicionaron al verte de sorpresa a tan pocos pasos. Le dijo el chico sin esconderle ni un centímetro de la verdad. –Pero hubieras hecho todo el intento. Le dijo ella retando el nerviosismo de aquel chico. –Lo intenté y lo único que si me quedó muy claro es que sos más bella cuando caminas porque tu cabello hace poesía. Respondió el chico ya sin nervios. –Gracias. Dijo Gabriela ruborizada por el halago que le hacía el chico. –Para la próxima me hablas, no se vale que solo vos me veas. Le dijo ella.

El whisky estaba en la mesa, el hielo, el chico se sirvió un trago, encendió un cigarrillo, sonaba un poco de música, mientras las risas de los demás amigos invadía el lugar donde departíanera  una tarde de domingo tranquila y silenciosa se tomaron una botella de whisky después uno de los amigos lo invitó a salir a una fiesta este no lo dudo y sin saber donde era salió.
Minutos después y con el calor de los tragos estaba en la fiesta de Gabriela sin saber y sin ser invitado, no comprendió aquello hasta que le sirvieron el primer trago y se sentó a observar. El nerviosismo era esta vez mayor, el whisky era una vía para canalizar la situación que pasaba, todo parecía que unas horas después de estar en el lugar los nervios y la pena se tranquilizaban, aun no miraba a Gabriela, el ruido, la música, la gente bailando, el whisky, los cigarrillos. Volteo hacia el otro lado y la vio tal y como la había visto la ultima vez, esplendorosa y exuberante.

Mientras el chico se llevaba un trago a la boca Gabriela camino hacia él, sintió que el mundo se le venía encima, el corazón palpitaba porque tenía que  enfrente a la chica que le gustaba y no sabía cómo expresarlo, una situación crítica, que esa noche parecía tenía que ser expresado. Llego a unos cuantos pasos de donde el chico estaba sentado, el lugar oscuro, la música, se agachó a conectar el celular en la corriente de la pared, miro hacia donde estaba el chico con un rostro de sorpresa en el mismo instante volteo y siguió haciendo lo que hacía. 

La noche transcurrió normal, el chico seguía bebiendo y ella bailaba y se divertía, nadie se atrevía a ir a saludar y esta vez los dos sabían que estaban en el mismo lugar. Llegó la hora de despedirse los tragos y la música se terminaban, la madrugada, todavía no se saludaban. Llego el momento de irse la vio sentada platicando con otras chicas, pensó, que no era el momento adecuado para ir a saludarla le dio la espalda y se fue con sus amigos. –No fui a saludar porque no quedó el momento adecuado para hacerlo. Le escribió un chat el chico después de salir de su casa. –Discúlpame a mi también que no te salude pero me dio pena y nervios. Le dijo Gabriela. –No hay problema, entiendo, a mi me pasó igual pero la próxima si nos hablamos.

La bicicleta, el atardecer, salió el chico a pedalear un poco por aquellas calles se dirigía hacia donde su amigo, las tardes se convierten en poesía en la bicicleta, y eran más poesía porque esa tarde con la mayor casualidad del mundo Gabriela salía de una casa, se vieron de frente, no se ruborizaron parecía aquella escena  como si el encuentro estaba planeado, se vieron por unos segundos el mundo se detuvo, se vieron a los ojos se sonrieron y se dijeron al mismo tiempo ¡Hola! Fue la única que palabra cruzaron ella subió a su auto el siguió en su bicicleta.


–Las  casualidades que da la vida no sé si es el destino o que será pero en pocos días nos hemos visto varias veces sin planearlo. Le dijo el chico como creyendo en fuerzas extrañas. –eso estaba pensando, fíjate, no sé que será pero me dio mucho placer verte. Le escribió ella con una sonrisa viendo el celular. –Esto merece ser escrito en un cuento, lo escribiré y te invitare a mi casa para que lo leamos y tomemos whisky. Le dijo el chico estaba vez sin nervios para verla. –de verdad lo harás. Le dijo Gabriela. –Claro que si cuando lo escriba te aviso. Aquel chico le escribió este cuento que está leyendo, la invito a su casa y mientras lo leían bebían whisky. 

lunes, 13 de mayo de 2013

Tantas cosas.


Que viva la ciencia,
Que viva la poesia!
Que viva siento mi lengua
Cuando tu lengua está sobre la lengua mía!
El agua esta en el barro,
El barro en el ladrillo,
El ladrillo está en la pared
Y en la pared tu fotografia.
Es cierto que no hay arte sin emoción,
Y que no hay precisión sin artesania.
Como tampoco hay guitarras sin tecnología.
Tecnología del nylon para las primas,
Tecnología del metal para el clavijero.
La prensa, la gubia y el barniz:
Las herramientas de un carpintero.
El cantautor y su computadora,
El pastor y su afeitadora,
El despertador que ya está anunciando la aurora,
Y en el telescopio se demora la última estrella.
La maquina la hace el hombre...
Y es lo que el hombre hace con ella.
El arado, la rueda, el molino,
La mesa en que apoyo el vaso de vino,
Las curvas de la montaña rusa,
La semicorchea y hasta la semifusa,
El té, los ordenadores y los espejos,
Los lentes para ver de cerca y de lejos,
La cucha del perro, la mantequilla,
La yerba, el mate y la bombilla.
Estás conmigo,
Estamos cantando a la sombra de nuestra parra.
Una canción que dice que uno sólo conserva lo que no amarra.
Y sin tenerte, te tengo a vos y tengo a mi guitarra.
Hay cines,
Hay trenes,
Hay cacerolas,
Hay fórmulas hasta para describir la espiral de una caracola,
Hay más: hay tráfico,
Créditos,
Cláusulas,
Salas vip,
Hay cápsulas hipnóticas y tomografias computarizadas,
Hay condiciones para la constitución de una sociedad limitada,
Hay biberones y hay obúses,
Hay tabúes,
Hay besos,
Hay hambre y hay sobrepeso,
Hay curas de sueño y tisanas,
Hay drogas de diseño y perros adictos a las drogas en las aduanas.
Hay manos capaces de fabricar herramientas
Con las que se hacen máquinas para hacer ordenadores
Que a su vez diseñan máquinas que hacen herramientas
Para que las use la mano.
Hay escritas infinitas palabras:
Zen, gol, bang, rap, Dios, fin...

sábado, 4 de mayo de 2013

Te quiero como hacerse tarde

En el quizás que me supone haber creído
guardé, sin una explicación, lo que me escondes,
tu brevedad apareció bajo este verso;
este amor de polvo y luna,
esta palabra te notó y tomó otro signo
y fue lo mismo que tu nombre.

Tú detonaste con un verso el equilibrio
y es que en tu boca Benedetti abrió otras alas,
tu dulce escarnio levantó velas y balas
y así tu nombre, que era tuyo,
se fue volviendo mi batalla
y no descifro el cómo y cuándo de los hilos.

¿Quién nos ató en el mismo viaje,
en igual tiempo, en este sitio
y nos dejo querer mirarnos;
y nos rompió los adjetivos
para luego suponer
que apretaríamos los puños en los bolsillos,
que apretaríamos los sueños en los bolsillos
en la cobardía del no?

El monosílabo parece tan sencillo,
lo que sucede es que eres más que una batalla,
tu nombre, que es revolución, me abrió las alas
y yo tan árbol subversivo
de ramas voz y hojas abiertas,
te quiero como hacerse tarde
y creo en tu nombre como el sitio
en que el quizás de haber creído no dudó.

Te quiero como hacerse tarde,
como un pan dulce, un hormiguero;
te quiero en ruta, compañera,
te quiero en tiempo venidero,
te quiero como se hace tarde
en los otoños de tus tardes
y tus miedos
y tus tumbos.

La coincidencia y el azar son pasajeros,
las voluntades son las que vuelcan los mundos.

lunes, 14 de enero de 2013

La esquina


Salí corriendo después de escuchar el estruendo del único autobús de aquel pueblo en algún rincón del mundo, sentí que iba una parte de mi futuro, era una mañana de domingo, soleada de verano, cuando decidí marcharme de aquel lugar que cuando era mediodía se sentía como si el mismo diablo se quitaba el saco y lo lanzaba encima del pueblo, mis razones ni yo mismo las entendía pero eran mis razones.

Me subí corriendo con una mochila heredada de mi bisabuelo, por poco me disloco el brazo en aquel movimiento de agarrarme del autobús porque siempre creí que iba mi futuro, no sabía para donde iba pero estaba seguro que iba para algún lugar mejor que este en el que ya no tenía a nadie, hijo único, mi madre recién murió y mi padre, mi padre nunca lo conocí, pero es como si estuviera muerto en vida, algunos tienen mejores historias este no es mi caso la mía es una historia contrariada y de llanto constante.

Llegué al destino del autobús, no sabía si ese era el mío, hasta su última parada con mi mochila de mala muerte, con dos camisas, dos pantalones de tela y un par de zapatos remendados por la desgracia. no sabía dónde estaba, ni como me llamaba, no sabía si estaba vivo o era un muerto vivo como mi padre, siempre a los padres terminamos culpando de nuestro destino turbulentos, solo sabía que estaba en un lugar enorme, rodeado por el ruido de miles de autobuses, el aire contaminado, el estruendoso anunciante ofreciendo pantalones y camisas a bajo precio, el niño ofreciendo el periódico, un edificio del alto de la soledad que me cobijaba, estaba donde estaba pero no sabía si quería estar ahí, caminé hacia afuera de la estación de autobuses y vi una ciudad que vivía la vida rápidamente.

No tenía un hogar en aquella enorme ciudad, no tenía un solo amigo, no tenía a nadie era yo y mi soledad. Llegué a una esquina donde vi un hombre con una guitarra, no muy viejo ni tan joven, me quedé escuchándolo con mucha atención me pareció algo hermoso, me quedé escuchándolo hasta el atardecer, tenía una vos espectacular digna de los mejores cantantes del mundo, le pregunté: por qué no tocaba en un mejor lugar y me respondió: Este siempre va ser el mejor lugar.

Me llevó a su casa, me dio de comer, de beber, de vestir, me di un baño y salí a la sala, conversamos y terminé contándole mi vida en una noche, nos quedamos dormidos en los sillones. Desperté el siguiente día sin saber qué hacer y me ofreció enseñarme a tocar guitarra en las noches que regresara de La esquina del arte como él la llamaba mientras tanto yo me quedaba en casa aseando y ordenando, limpiando las guitarras, todas las noches después de cenar me enseñaba a tocar la guitarra, al poco tiempo de haber aprendido terminé por acompañarlo a tocar todos los días a La esquina.

Mucho tiempo después llegó un señor de barba grande con sombrero, alto, flaco y con una vos suave a ofrecernos tocar en su bar muy conocido en aquella ciudad. el bar se llamaba Las gaviotas, no sé porque y nunca se lo he preguntado, aquel bar se llena de viernes a domingo que son los día que vamos a tocar y aquí seguimos tocando y siempre tocamos en La esquina del arte porque ese es el mejor lugar.

jueves, 8 de noviembre de 2012

El fin del mundo zombie

Era de día pero estaba gris y hacía frío, era noviembre y la lluvia lo confirmaba. Afuera hacía un frío gélido como si esto fuera Rusia, adentro, el calor de Cuba, mi cuerpo hervía como si fuera agua hirviendo en un fogón con leña seca. Estaba solo, pero acompañado de un sudor mojado, aquel día de noviembre de algún año.

Apenas miraba la luz porque aquel dolor en los ojos me lo impedía, entre más abría los ojos menos miraba, me iba quedando ciego. Escuche abrir la puerta principal, ese día no tenía visitas, bueno nunca, porque no tenía amigos en aquel vecindario, ni en la vida, que recién había llegado, todo era nuevo, hasta el olor y la fiebre, la luz y la pequeña ceguera, el dolor de cabeza y las convulsiones, esos pasos no los había escuchado o talvez si pero no los recordaba.

Sentí una mano de piel suave, fría como si era un muerto el que me tocaba, abrí los ojos para ver pero no pude, me puso su mano helada en el rostro y me dió a tomar de una pócima amarga, abrí los ojos y miraba pero ya no había nadie, no sé cuanto tiempo estuve sin ver ni quien me atendió, abrí las ventanas y el día seguía gris, la brisa fresca y en el cielo cruzaba un avión con el estruendo del fin del mundo.

No me imaginaba lo que ocurría afuera, ni lo que ocurrió adentro de mi casa, pero ocurría algo malo porque los perros latían sin parar con aullidos como si vieran al mismísimo diablo. Me puse mi suéter verde oscuro con el cierre desgastado y la parte inferior manchada de pintura, me lavé y sequé la cara, salí y ví la soledad en las calles, miré hacia todos lados y no ví a nadie, quise encender el automóvil y no pude porque no tenía combustible.

Me fuí caminando hasta el centro de la ciudad y todo se veía en calma, la lluvia se había convertido en un tibio sereno y las calles en un desierto. Llegue al supermercado, estaba abierto pero no había nadie, aquello me puso en alerta y urgido de saber que pasaba, tomé lo que necesitaba y salí rápidamente hacia la gasolinera, cuando llegue ví dos hombres caminar muy raro, como si estuvieran heridos y enfermos de algo incurable, sangraban y gritaban, me acerqué un poco, ahí fue donde supe que eran zombies, entonces les dije: ¡Asi que este es el fin del mundo, no me lo imaginaba así, pero este es!

sábado, 27 de octubre de 2012

Humo de mujer

Una maquina de escribir con un hombre tecleando sentado en un silla de madera en una casa de barro en medio del pasto, escribía sobre una mujer dibujada en un cuadro con marco de madera hecho artesanal-mente con tela de manta pintada con amor y llena de telas de araña colocado en medio de algún lugar.


Una hoja en blanco en la maquina de escribir detallando a aquella mujer de mejillas rosadas con las pestañas grandes cabellos lisos y brillantes se salía del margen su belleza escribía su figura le ponía luz a aquella imagen.


Aquella mujer iba siendo construida mientras escribía en medio del espeso humo de cigarrillos ingleses y las tasas humeantes de café le escribía una sonrisa le daba voz hasta poner el punto final y en muchos pedazos se fue quebrando aquella mujer que sigue existendo en algún lugar de la escritura.

martes, 7 de agosto de 2012

Resumen de noticias


Día de un año, gris, llueve, un lugar de un mundo, casi siempre unidos por la ilusión de querer algo que no siempre nos quiere, el amor, las lagrimas, letras, un libro en el sillón, un lápiz, una historia que todavía no es historia.

Sentado con toda la imaginación para decir algo a través de la tinta de un lápiz es como se combate la soledad, la mejor forma de protestar es siempre escribiendo, la política, el futbol, la religión, el mundo muere de hambre, el hambre es el mejor negocio, el ocio es el idioma universal, el trabajo, la economía, la derecha tonta, la izquierda nos da esperanza, el amor se nos muere en las manos.

Aquí seguimos queriendo tener un mundo mejor como si solo querer fuera poder, pobreza, riqueza, delincuencia, injusticia, gente que llora por no tener un amor otros por no tener que comer, defender la mayoría, la verdadera necesidad de amar, música, Silvio Rodríguez, cigarrillos, el mundo es de los que sonríen en medio de la muerte.

Un mundo dentro de otro mundo, una revolución que sonríe, acusaciones de los que no se imaginan como alguien puede apoyar algo sin recibir dinero, un país que puede, afuera nos espera todo el amor, una taza de café, una conversación a mitad de camino, la economía se derrumba, en el norte hay sicópatas haciendo tiroteos, los ciclos terminan, hay ideas que se quedan perdidas y libros que nuca se leen, besos que no se dieron, caricias que no se consumaron por la cobardía, estas palabras que talvez nadie las lea y sin embargo, seguimos.