jueves, 29 de diciembre de 2011

Recuerdos, objetivos y deseos

A la mayoría, los ojos se les llenan de agua para estas fechas decembrinas, por recordar a sus familiares que están lejos o a los que ya solo están en el recuerdo, en la memoria, en esa película del pasado que se hace presente cada vez que se cierran los ojos. Fechas que hasta ya tienen sus canciones para hacer más recordable esos momentos. Cosas muy tristes.

Todo termina, es lo único que sabemos, los días pasan y las noches nos mantienen soñando en nuevos amaneceres, nuevos objetivos que se trazan para cada nuevo año, algunos lógicos y alcanzables, otros muy predecibles y hasta toscos como; bajar de peso, dejar la adicción al alcohol, al cigarro, como si eso no estuviera dentro del plan de la vida de un ser civilizado y racional.

Los verdaderos objetivos deberían ser; preocuparse por aprender cosas nuevas, hacer de la familia un refugio de amor y paz, comenzar a leer, y si es a los mejores literatos sería excelente, ser autodidactas, rodearnos de personas que valgan tanto la pena que en cada conversación nos dejen un buen sabor en la imaginación, que nos hagan reír, en fin tener un buen gusto de la vida para que cuando muramos, lo hagamos con una sonrisa.

Ustedes se pondrán sus objetivos, los míos no tienen fechas límites, las míos comienzan el momento menos inesperado y culminan, a veces, cuando todavía los estoy llevando a cabo. Solo les deseo que estén siempre bien y que para este nuevo año, lleno de muchos mitos, sean mejores en todo sentido. Que la fuerza que mueve a esto que llamamos mundo los mantenga con muchas sonrisas. ¡Feliz año nuevo, amigos!

domingo, 18 de diciembre de 2011

Historias y gente

La brisa fresca recorría el ambiente en todas las direcciones, el mundo parecía en calma, con un silencio eterno, como si alguien había puesto en pause la vida. Yo sentado observando mi interior, platicando con la nada en una banca vieja demacrada por los años, como si era el único ser del mundo, como si nada mas existiera, solo yo y mis ideas.

Pensaba en esas historias que no podemos leer porque no están en las librerías, esas historias que deben ser escritas, que nos esconden por el miedo de hacernos soñar o que talvez no las quieren desempolvar, pensaba en la historia que tiene cada persona de mi ciudad y me detenia a releer e imaginar cada una de ellas en mi mente.

Cuantas películas habrán alrededor de nosotros, películas que ni el mejor director se imagina que existen, cuantos premios Oscar se han perdido en estas historias, cuantas sonrisas, lagrimas, incógnitas y suspenso hemos dejado de leer en la gente común que saludamos al amanecer, con la que platicamos de la vida cotidiana, de los difícil que han sido los años, los sinsabores que han tenido y las alegrías que recuerdan de la vida.

Todos tenemos una historia que escribir, algo que contar, desde el más humilde campesino hasta el más alto empresario, desde el más iletrado hasta el letrado, desde la tortillera hasta la secretaria, desde usted hasta cualquier otro, solo hay que poner atención cuando el mundo hace una pausa para inhalar, ahí encontramos las mas lindas historias.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Las historias de la vida

El joven siempre recorría las calles de la ciudad en su Toyota Corolla de 1995, ahora hecho un taxi, escuchando la estación de radio de moda, con la rutina de siempre. Su hija recién nacida lo esperaba en casa, su situación económica no era la mejor, él tenía 23 años y estudiaba en la secundaria por la noche, estaba próximo a graduarse.

Se encontró por esos azares de la vida a un señor, de una apariencia campesina con no menos de cuarenta años, que le pidió que lo llevara a su ciudad a una hora y media de camino, pero no andaba dinero y la propuesta fue que al llegar a su casa le iba a pagar. Llegaron al acuerdo que le iba a cobrar mil lempiras por trasladarlo.

En el camino venían dialogando como dos conocidos de hace mucho tiempo, como si la vida los había separado y se habían reencontrado, el señor le pregunto: ­­–Aparte de ser taxista ¿que haces?  –Estudio por la noche, me graduare de perito mercantil el próximo año. –Yo nunca estudie. Respondió el señor. –Se me hace difícil, aparte tengo una hija de 4 meses y debo dos mensualidades en el colegio, mi economía está muy mal por eso acepte venir a dejarlo. Dijo el joven.­

Esto lo consterno mucho al señor, llegaron a su casa y le pago lo convenido por el traslado,  aparte le dio dinero para que pagara las mensualidades del colegio y un dinero extra para que se ayudara con la economía del hogar, y le dijo: –Ten y estudia ya que yo no pude. Hoy ese joven tiene un título universitario y es el gerente de un banco.