La brisa fresca recorría el ambiente en todas las direcciones, el mundo parecía en calma, con un silencio eterno, como si alguien había puesto en pause la vida. Yo sentado observando mi interior, platicando con la nada en una banca vieja demacrada por los años, como si era el único ser del mundo, como si nada mas existiera, solo yo y mis ideas.
Pensaba en esas historias que no podemos leer porque no están en las librerías, esas historias que deben ser escritas, que nos esconden por el miedo de hacernos soñar o que talvez no las quieren desempolvar, pensaba en la historia que tiene cada persona de mi ciudad y me detenia a releer e imaginar cada una de ellas en mi mente.
Cuantas películas habrán alrededor de nosotros, películas que ni el mejor director se imagina que existen, cuantos premios Oscar se han perdido en estas historias, cuantas sonrisas, lagrimas, incógnitas y suspenso hemos dejado de leer en la gente común que saludamos al amanecer, con la que platicamos de la vida cotidiana, de los difícil que han sido los años, los sinsabores que han tenido y las alegrías que recuerdan de la vida.
Todos tenemos una historia que escribir, algo que contar, desde el más humilde campesino hasta el más alto empresario, desde el más iletrado hasta el letrado, desde la tortillera hasta la secretaria, desde usted hasta cualquier otro, solo hay que poner atención cuando el mundo hace una pausa para inhalar, ahí encontramos las mas lindas historias.
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