El joven siempre recorría las calles de la ciudad en su Toyota Corolla de 1995, ahora hecho un taxi, escuchando la estación de radio de moda, con la rutina de siempre. Su hija recién nacida lo esperaba en casa, su situación económica no era la mejor, él tenía 23 años y estudiaba en la secundaria por la noche, estaba próximo a graduarse.
Se encontró por esos azares de la vida a un señor, de una apariencia campesina con no menos de cuarenta años, que le pidió que lo llevara a su ciudad a una hora y media de camino, pero no andaba dinero y la propuesta fue que al llegar a su casa le iba a pagar. Llegaron al acuerdo que le iba a cobrar mil lempiras por trasladarlo.
En el camino venían dialogando como dos conocidos de hace mucho tiempo, como si la vida los había separado y se habían reencontrado, el señor le pregunto: –Aparte de ser taxista ¿que haces? –Estudio por la noche, me graduare de perito mercantil el próximo año. –Yo nunca estudie. Respondió el señor. –Se me hace difícil, aparte tengo una hija de 4 meses y debo dos mensualidades en el colegio, mi economía está muy mal por eso acepte venir a dejarlo. Dijo el joven.
Esto lo consterno mucho al señor, llegaron a su casa y le pago lo convenido por el traslado, aparte le dio dinero para que pagara las mensualidades del colegio y un dinero extra para que se ayudara con la economía del hogar, y le dijo: –Ten y estudia ya que yo no pude. Hoy ese joven tiene un título universitario y es el gerente de un banco.
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